Forever Produced

Siempre lo he dicho y me mantengo firme en mi creencia de que Disney le mete ideas retorcidas a las niñas en la cabeza. Alguien debe hacer un estudio científico de lo que le sucede a una generación entera de mujeres que crece persignándose ante la Cenicienta (quien sale de la pobreza perdiendo un zapato y no por su arduo trabajo o un MBA sino por ser bonita), a Bella (quien le salva la vida a un principe, no por otra cosa si no por su única cualidad que era ser sexy), Ariel (quien cambia su apariencia para atrapar un hombre, aunque sea a expensas de no poder hablar, pero a quién le importa, si no tiene nada bueno que decir), tenemos a la Bella Durmiente (a quien matan simplemente porque si, pero su dueño -perdón el prometido- la salva con un beso, otra vez, el sexo es la única salvación) y finalmente, mi favorita, Blanca Nieves (cuyo sex appeal era una amenaza para otra mujer, lo cual puso su vida en peligro, pero su único atributo, su belleza física, es lo que la salva al final). 

Tras un largo fin de semana alejada de las noticias, del ruido de mi ciudad, de todo lo que pasa en la vida ajena, regresé con las pilas recargadas, dispuesta a iniciar lo que serían mis últimas columnas para mis blogs de este año. Tuve la dicha de poder compartir, como si estuviese en una burbuja un fin de semana completo con mi mamá, en el bosque, lejos de la civilización y el resto del tiempo, 7 horas seguidas en un carro (14 si cuentas la ida y el regreso). El título de esta entrada nace de haber pasado todo el camino escuchando al genio de Drexler.  Esa canción en particular me hizo reflexionar muchísimo sobre todo en este momento que estoy viviendo. "Como quien sabe que cuenta con la tarde entera, sin nada más que hacer que acariciar aceras". Esa frase me llegó porque es justamente lo que aspiro hacer y muchas veces no hago. A veces uno tiene que absorber tantas responsabilidades que se olvida por completo de estar "presente" en su propia vida. &